Entrevista a

Roberto Etxeberría

El diseñador vasco Roberto Etxeberría / EFE

El diseñador vasco Roberto Etxeberría / EFE

Si el mundo de la moda es un constante ejercicio de equilibrio, Roberto Etxeberría acaba de dar un salto mortal. Se prepara para desfilar en Nueva York y lo hace sin una pizca del glamur impostado del mundillo: "Yo no hacía 'vestiditos' a las muñecas de niño, yo salía a tomar las calles y a pasarlo bien".

Con 16 años dejó lo estudios para dedicarse a la fontanería, luego trabajó en la fundición y la microfusión, y su última ocupación antes de coger hilo y aguja, fue como repartidor de bebida: "Iba con mi furgoneta.. Y oye, tan contento!", rememora el diseñador vasco.

Por eso, Roberto Etxeberría (1976, Eibar, Guipúzcoa) subió a la pasarela por primera vez mucho después que sus compañeros (en 2008, a los 32 años), un sector árido y crítico como pocos, y que ha premiado su fuerza creativa y su singularidad estilística.

Ahora, seis años después de poner en marcha su firma de moda para hombre, su trabajo está marcado por la experimentación con los patrones y el uso de pieles exóticas, dos ejes que combina con gusto ecléctico y que le han colocado en un extraña posición: la crítica le ensalza, pero no tiene ni un solo punto de distribución en España.

Entre sus últimos trabajos se encuentran un esmoquin en piel de pitón o una "perfecto" hecha en cocodrilo, dos prendas que encuentran fieles clientes -de alto poder adquisitivo y gusto por lo diferente-, en Londres, Nueva York y París. "Estas tiendas suelen querer lo más difícil de vender, a veces intento hacer algo más asequible, como utilizar napas maravillosas quince veces más baratas, pero lo que quieren es pitón", explica un diseñador cuyas piezas alcanza en la mayoría de las ocasiones los varios miles de euros de precio final y que recibió este año el I premio nacional al Diseñador Nuevo Valor.

El mercado estadounidense es el que hasta ahora mejor sintonía ha mostrado con su lenguaje y de ahí esta apuesta por la pasarela: "No queremos vender mil prendas, sino ampliar el posicionamiento internacional de la marca y que el producto siga siendo muy cuidado y hecho a mano. La luna está ahí arriba, pero necesitas un cohete que te suba", apostilla.

Solo en otros dos o tres casos anteriores una firma tan joven ha conseguido entrar directamente en la sección oficial de la Semana de la Moda de Nueva York, ha recordado la organización a Etxeberría, que desfilará el próximo domingo, 7 de septiembre, en la Sala Pavilion.

"Hay muy buen 'feeling' con la organización, tenemos ganas de hacer ruido y ellos -indica- están muy espectantes a ver qué llevamos". Para armar todo este "ruido", Etxeberría ha ideado "todo un despliegue" de piel, el lenguaje que mejor domina: "No hay nada de tejido. He utilizado ante, cuero y exóticos como cocodrilo, iguana, anguila y pitón".

"He hecho unas camisetas, bueno digo camiseta pero de camiseta tiene lo que yo te diga, no sabría cómo definirlo", explica un poco ortodoxo Etxeberria, que ha confeccionado estas piezas con una técnica parecida al origami, con "los hombros un poco caídos, como un arco y la sisa desbocada".

También ha cometido la "locura" de dar relieve a la piel, "como si fuera pana", con pespuntes separados por cuatro milímetros de espacio, lo que ha dado a las pieles "elasticidad", con un proceso que lleva "muchas horas" y que convierte "un trozo de piel de dos metros en uno de medio", explica.

A pesar de su apuesta neoyorquina, su cita con la pasarela madrileña se mantiene, y para no repetir, se lanza a diseñar su primera colección para mujer, con una propuesta en la que ha revisado el petite robe noir de Chanel a su "manera". "Vamos, que no tiene nada que ver", declara con ironía el diseñador, que ha adaptado su arduo trabajo de patrón al maniquí femenino: "En mi cabeza hacer mujer no es hacer princesitas, intento buscar una mujer que tenga cosas que contar".

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