Sueños esféricos
  • El Betis de hoy es un reloj y la camiseta retro de aquella época oscura vino a ponerlo en valor

Trece

Willian José celebra su gol con Guido Rodríguez. Willian José celebra su gol con Guido Rodríguez.

Willian José celebra su gol con Guido Rodríguez. / Antonio Pizarro

NO es tan difícil diseñar una camiseta del Betis que sea puro Betis. La actual marca que equipa al club, ella misma, ha quedado en evidencia al aparcar por un día esa vestimenta que más parece del Córdoba y rescatar la camiseta de finales de los ochenta, que promocionaba aquella Expo 92 en la que parecía que lloverían monedas de oro. Lo que ocurrió fue que Lopera cubrió con billetes del Monopoly el capital necesario para la transformación en SAD.

La camiseta es muy Betis, inspira el manque pierda y ese estoicismo que ha forjado el indestructible corazón heliopolitano en la mismísima fragua de Vulcano que pintó Diego Velázquez. Inspira aquel Betis que volvió a aguantar los embates ante Marbella, Toledo o Palamós para vivir con el sueldo justo en Segunda y renacer por enésima vez de la mano de Lorenzo Serra.

Afortunadamente para la numerosa e infalible hinchada verdiblanca, hoy rige los destinos del equipo, y casi del club, un entrenador aún más competente que el menudo y bigotudo hombre que llegó de Sa Pobla en la 93-94. Manuel Pellegrini es una figura mesiánica para el bético, un seguro de vida. Su Betis es un reloj. En los tres años precedentes con el chileno, el equipo acabó en puesto europeo y cruzando la barrera de los 60 puntos. En la actual campaña, el equipo mantiene su ritmo, su rendimiento, con la fiabilidad de esos Mercedes antiguos, como el que lucía Gordillo por su barrio del Polígono de San Pablo.

Este Betis está acometiendo demasiadas trampas seguidas en su decidido y firme galope, desde la larguísima lesión de Fekir (al francés aún le queda para reencontrarse, es evidente) hasta la escasez de efectivos, por una mala planificación, en un puesto clave, el de central. Pero el equipo está salvando todas las celadas y mantiene sus expectativas intactas. El reloj sigue puntual, marcando las horas. Tic tac, tic tac. Trece partidos ya sin perder. Trece barras invictas. La camiseta de ayer lo puso aún más en valor.

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