Granada CF-Celta

Una despedida descafeinada de dos mitos del granadismo

  • El club homenajea con tibieza a Víctor Díaz y a Antonio Puertas, que no puede poner la guinda a su carrera al fallar el penalti que hubiera dado el empate al Granada ante el Celta

Puertas, Macanás y Víctor Díaz, en el homenaje

Puertas, Macanás y Víctor Díaz, en el homenaje / Photographerssports (Granada)

Los dirigentes del Granada CF demostraron en el partido ante el Celta que, como ocurre con tantas otras cosas, no son capaces de despedir a sus leyendas como se merecen. Uno de los pocos atractivos en rojiblanco que tenía el partido ante los gallegos era la despedida de Víctor Díaz y de Antonio Puertas, que quedó bastante descolorida por cómo y cuándo se hizo.

El club decidió que el momento era cuando faltaba un cuarto de hora para el inicio del choque y apenas había unos miles de aficionados en un Nuevo Los Cármenes más desangelado que nunca. Todo el mundo se puso en pie y aplaudió, el problema es que los presentes eran escasos.

Fue Pepe Macanás, ya sin cargo en la entidad, el encargado sobre el césped pero a la altura de los banquillos de hacerles entrega de unos obsequios conmemorativos a ambos. Es más que cuestionable que ni Alfredo García Amado, director general de la entidad, ni Sophia Yang, presidenta del Granada, bajasen al verde a despedir a sus leyendas.

Igual que en su momento, y por diferentes motivos, jugadores míticos del mejor Granada de la historia como Germán, Montoro o Quini salieron prácticamente por la puerta de atrás, tampoco estuvo a la altura el adiós de Víctor Díaz, el capitán del EuroGranada, y de Antonio Puertas, el hombre de los récords con diez temporadas en el club.

Víctor Díaz, sin ficha desde el verano en una circunstancia extraña que tampoco explicó en ningún momento la entidad, saltó al verde con sus hijas y vestido de calle porque no se pudo despedir sobre el verde.

Sí que lo pudo hacer Antonio Puertas, que superó las molestias costales que le han mantenido de baja en las últimas semanas, para jugar los últimos minutos. Entró entre aplausos y vítores, con el estadio coreando su nombre.

La lástima fue que falló el penalti, cometido sobre él mismo, que pudo dar al Granada el empate final ante el Celta. El almeriense lo lanzó al larguero y no pudo poner la guinda a su carrera como rojiblanco.

La peor entrada

La peor entrada de la temporada en el Nuevo Los Cármenes, con menos de doce mil aficionados en las gradas, no fue óbice para que se cantaran los habituales en las últimas semanas “directiva dimisión” y “china vete ya”.  

El Granada, al menos, puso más interés y ganas que contra el Rayo Vallecano en un partido en el que, por momentos, parecía que era el Celta el que no se jugaba nada. Iago Aspas, una campaña más, fue el centro de las críticas de la grada, con pitos continuos cuando tocaba la pelota e insultos constantes hacia él.

Al final cuarta derrota consecutiva y más pitos a los jugadores, a los que también se llamó mercenarios, en un triste epílogo en casa de la temporada. Otra triste página del Granada, que ni homenajear a los suyos sabe.

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