Blue Beetle | Crítica

El superhéroe latino o el José Carioca del siglo XXI

Una escena de 'Blue Beetle'.

Una escena de 'Blue Beetle'. / D. S.

En 2006 DC Comics escogió para la tercera encarnación de Escarabajo Azul, tras su creación en 1939, al latino Jaime Reyes. Y ahora lo lleva al cine. Lo oportuno y el oportunismo se han trenzado siempre en la cultura popular, más sensible que cualquier otra, por su dependencia de los consumidores, a los cambios de gustos y de mentalidad de su clientela. En el momento del reconocimiento de las minorías a través de los superhéroes le toca el turno a los latinos con este personaje de un joven mexicano que obtiene superpoderes y de una villana que se los quiere arrebatar. Son símbolos, claro: el joven, escogido por un artefacto biotecnológico alienígena que lo convierte en superhéroe, y su familia lo son de la cultura mexicana (representada por las referencias más desconcertantes, desde canciones a culebrones y programas infantiles), de la unión familiar atribuida siempre a los latinos (incluida la abuela antiimperialista y el tío que considera a Batman un fascista), de la lucha contra los poderes que intentan marginarlos e incluso acabar con ellos; la representación de esos poderes es la villana y la gran corporación siempre dirigida por los WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant) que, además de encubrir los más turbios propósitos, intenta apoderarse de la fuente de los poderes del joven latino.

Una más, y no de las mejores, películas de superhéroes de una DC cómics en declive y refundación. Quizás un producto puente entre el viejo y el nuevo DC. Visualmente aporta poco. Como entretenimiento medio funciona si no se le exige mucho. Interpretativamente lo más interesante son las actuaciones de los buenos actores mexicanos que dan vida a la familia Reyes -Damián Alcázar, Elpidia Carrillo, Adriana Barraza, George López, Belissa Escobedo y el joven Xolo Maridueña- frente a los que Susan Sarandon interpreta uno de los peores papeles de su declinante carrera.

En el fondo no deja de ser la misma operación de ganarse la buena voluntad de los latinos que Hollywood practica desde los tiempos de la Política de Buena Vecindad puesta en marcha por Roosevelt en 1933, que adquirió especial importancia a partir de 1939 para contrarrestar la influencia italiana y americana en Sudamérica para lo que se creó en 1940 una División Cinematográfica encargada de fomentar la presencia del cine estadounidense en América y de lo latino en las películas de Hollywood. Nada nuevo bajo el sol. La única diferencia es que ahora es sobre todo con el cada vez más numeroso, influyente y reivindicativo público estadounidense de origen latino con el que quieren congraciarse las corporaciones. Este superhéroe latino es, en el fondo, el José Carioca de Los tres caballeros del siglo XXI.

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