Andaluces, levantaos. Y plantad una rueda de calentitos como el ruedo de la Maestranza en la mesa del salón. También los béticos, por supuesto, que su equipo, no se olvide, mantiene muy vivo el sueño que se ha ganado con su primoroso fútbol, retornar a la Liga de Campeones 17 años después. El partido que se anuncia para el jueves a las nueve de la noche en el Benito Villamarín, además, no puede ser más oportuno para que la grey verdiblanca restañe la herida que el Sevilla le abrió ayer en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

Jugar una final copera es un notición para cualquier equipo español, pues hablamos del partido más hermoso del calendario nacional, y el Betis está en disposición de clasificarse para la quinta de su historia si vuelve a imponer la lógica ante el Rayo en tres días, como ya hizo en Vallecas.

La temporada que están cuajando los dos equipos sevillanos es tan imponente, tan indescriptible, que no hay lugar para amargos lamentos. El Sevilla sufrió hace mes y medio la eliminación copera por parte del vecino, con lo que eso duele, pero ayer ajustó cuentas a dentelladas en la primera parte -y también con arreones de gran fútbol, que para ser segundo de la Liga hay que jugar muy bien a esto- y esa victoria le supone un espaldarazo al ampliar a 8 puntos su margen sobre el tercero y mantener vivo el sueño de lo mejor.

Y el beticismo, que es acaso la afición del fútbol español que mejor encaja los golpes para levantarse y revalidar su amor inquebrantable a las trece barras, va a recibir el jueves a los suyos con más decibelios si cabe que si su equipo hubiera tomado Nervión.

Hoy, Día de Andalucía, se oye bien alto el precioso acento sevillano en la Liga y no menos en la Copa. El pasado sábado, mientras disfrutaba de la visita a la Casa Museo de Blas Infante en Coria, lo tuve claro: Sevilla y Betis son al fútbol como los dos fieros leones que custodian las dos columnas. Dominator Hercules Fundator.